Un buen gustito de vez en cuando puede convertir momentos cotidianos en unos muy especiales o hacer de otros, unos verdaderamente memorables. La satisfacción, la alegría y el “me lo merezco” para algunos puede ir acompañado de comer su dulce favorito, probar un nuevo plato o para otros de disfrutar un buen vino.
Lo cierto es que durante las épocas festivas, una botella de vino puede ser un antojo, un regalo o simplemente un pretexto para compartir con seres queridos. “El vino ha sido un símbolo de celebración desde tiempos remotos y un excelente ejemplo está en las bodas de Caná. Lo que sí ha sucedido es que con el tiempo el vino se ha democratizado, llegando a más personas que ahora lo escogen como su primera opción para celebrar, y no solo en Fin de Año o en momentos especiales, sino a lo largo de todo el año”, expresó Rosa María González Lamas, Presidenta de Viaje y Vinos.
Aunque existe una gran variedad de ellos, los puertorriqueños tendemos a inclinarnos por aquellos que tengan burbujas. “El vino espumoso es un líder de ventas porque todo mundo asocia la efervescencia de las burbujas y el sonido del descorche de una botella, con alegría y celebración”, añadió Rosa María. Y no es para menos, pues no es un secreto que a los puertorriqueños nos encanta estar de fiesta y cualquier excusa es buena para reunirnos. Además, somos los anfitriones de las Navidades más largas del mundo, que incluyen fiesta de Año Nuevo, Día de Reyes, Fiestas de la Calle San Sebastián, Las Octavitas y todo lo que se nos ocurra celebrar.
Y es que con la época festiva, vienen platos exquisitos y muy especiales para todas las familias puertorriqueñas que pueden ser acompañados por una variedad de vinos que harán la experiencia de degustarlos aún mejor.
“El arroz con gandules y el pernil son manjares con un sinfín de aptitudes gastronómicas según el gusto del consumidor. Van bien con un amplio espectro de vinos tintos, desde los más ligeros como algunos tintos piamonteses, así como con una diversidad de variedades de uva, como Pinot Noir de Viejo o de Nuevo Mundo, con Malbec, con una variedad autóctona de la Península Ibérica que es la Mencía, con Carmènere chileno, con Merlot, y por supuesto con Tempranillos españoles o de Portugal”, comentó Rosa. “Pero también van excelente con los blancos con fermentación en madera o con crianza en lías porque le dan más volumen y untuosidad en boca. Una armonía distinta es un oloroso de Jerez, ya que algunos vinos de Jerez hacen muy buena pareja con la carne de cerdo”, nos explica.
En Revista Cupey, tuvimos la oportunidad de degustar el Blanquito, un Rías Baixas de la subzona de O Rosal. Es un vino ideal para las celebraciones porque es un vino fresco, aromático y fácil de beber que invita a compartir, lo que le hace excelente para reuniones entre amigos, picadera, frituras y algunas recetas para las que un tinto quizás pueda ser muy potente. Además tiene un precio magnífico, lo que le hace idóneo para encuentros donde se va a consumir mucho vino.
Para quienes prefieren un vino tinto, este 2022 llegó a Puerto Rico el primer tinto de la DO Rías Baixas, un vino de Adegas Valmiñor que se llama Abade de Couto El Rebelde. Es un vino elaborado con variedades de uva autóctonas de la zona, tiene un breve contacto con la madera, con lo que mantiene mucha fruta, gran frescura, buena complejidad y un pase aterciopelado por el paladar. Nos dicen los expertos que es un vino que encaja como guante de seda con un plato de arroz con gandules y pernil, y que también tiene un precio muy razonable.
Así que, ya sea el blanco o el tinto su favorito, disfrútelo a cabalidad siguiendo un consejito que consiste en probar lo más que se pueda, para poder tener un amplio inventario de referencias en la memoria, y además, ir al vino sin prejuicio de precio, origen o variedad de uva. A veces uno se lleva sorpresas muy positivas de vinos sobre los que no tenía muchas expectativas o eran muy económicos de precio. También recuerde que el mejor vino, es el que le guste a usted. ¡Salud y Feliz Año 2023!